Las tribus ponen al límite a los españoles

La última semana de convivencia en Perdidos en la Tribu ha sido realmente dura y las tres familias han vivido diferentes experiencias que les han llevado al límite. Sin embargo, esta vez, han salido airosos todos.

Los Segura-Romero han sabido lo que es salir de caza para la tribu de los Kamoro. La familia al completo se desplazó al centro de la selva para colocar diferentes trampas preparadas para cerdos. Hasta aquí la cosa parece sencilla. Lo que desmoronó a la familia fue la noche que tuvieron que pasar a la intemperie, a la orilla del río donde unos días antes habían estado cazando cocodrilos. Una noche que, seguro, no olvidarán. Y eso que sólo fue una. Los Kamoro pasan muchos días consecutivos en el centro de la selva para el aprovisionamiento de víveres. ¿Aguantarían los Segura-Romero? A la mañana siguiente habían conseguido su objetivo: dos jugosos cerdos que les sabrán a gloria, no como las larvas que les tocó comer a las chicas. 

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La familia de los Moreno-Noguera parecen estar integrándose perfectamente en la tribu de los Nakuamené. Las chicas disfrutaron esta semana de un agradable baño con el resto de mujeres. Aunque al principio fueron un poco reticentes por la suciedad de la charca, finalmente se zambulleron y reconocieron que había sido un baño de lo más refrescante. Era algo que necesitaban desde hace tiempo. Además Raquel intentó en este programa que las mujeres Nakuamené fueran algo más femeninas, a base de un poco de maquillaje y una buena depilación. Pero no todo es oro lo que reluce. El disgustó que se llevó la joven cuando supo que le habían dado de comer perro, fue de órdago. Por su parte, el cabeza de familia ya tiene su propia maza para su nueva dedicación: matacerdos oficial de la tribu.

Finalmente, los Rovira-Mezcua no paran de sorprenderse con los miembros y ritos de los Hammer y les sigue costando un poco adaptarse a la vida de ellos. Esta semana tuvieron el privilegio de ver uno de los rituales más importantes para esta tribu: la ceremonia del salto de los toros, en el que los jóvenes se hacen hombres. Y vieron algo que, definitivamente, no esperaban. En este rito, las mujeres piden ser flageladas por los hombres en señal de su amor por los jóvenes protagonistas. Unas imágenes bastante duras, que hirieron la sensibilidad de la familia, sobretodo de Cande, que no lo aguantó y rompió a llorar. Ahora la tribu tiene  muchas expectativas en el hijo mayor, que será el que cargue con la responsabilidad de llevar a la familia hasta la final.

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