Y un día se le apagó la luz. Y eso que tenía mucha eh. El extraordinario y multifacético actor Tony Curtis podría ser considerado uno de esos hombres que tienen un guía especial. Algo que lo hace distintos. Diferentes a los restos de los mortales. Pero a sus 85 años, su cuerpo dijo basta y hoy todo Hollywood lo extraña. ¿Qué decir de él? Qué era un hombre de muchos y variados talentos, pero que pagó caro sus excesos
En su variada y extensa filmografía se pueden apreciar grandes clásicos del estilo de “Espartaco”, “Con faldas a lo loco”, “Los vikingos” y “Una Eva y dos Adanes”. Sin dudas, Curtis fue un actor de excelentes películas, mucho ingenio y llamativos excesos personales. Una necrológica algo cursi diría que se han cerrado para siempre los ojos más bonitos del cine, ya que Paul Newman, su gran rival en “miradas bonitas” y belleza masculina, murió hace dos años, también en septiembre.
Recordarlo no es difícil, gracias a el que era una verdadera gloria del cine internacional y estadounidense. Tony Curtis fue uno de los grandes actores de la época dorada de Hollywood, cuando la competencia era mucha y sobraba el talento.
Igualmente, hay que aclarar que su verdadero nombre era Bernard Schwartz y que al principio no tuvo la comida servida. Arrancó como con papeles secundarios del estilo de Robert Siodmak (El abrazo de la muerte) o Anthony Mann (Winchester 73). Su primer gran éxito fue El gran Houdini (1953), donde conoció a la primera de sus seis esposas y la más famosa, la actriz Janet Leigh, madre de las actrices Jamie Lee y Kelly Curtis . Ahí arrancó una larga e irregular carrera fílmica, que en un principio se acompañó de una controladísima exposición mediática.
Luego hubo tiempo para grandes éxitos, varias esposas más y muchas fiestas y situaciones extravagantes. Pero más que seguro se lo recordará por su excelente talento arriba del escenario.